Cantabria, mucho por ver: desde Suances a la Ermita de Santa Justa desde el aire

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Enviado por eutx9795 el 11/08/2019

El norte de España es un autentico paraíso en el que confluyen mar y montaña creando alguno de los paisajes más espectaculares de la geografía española. Cantabria es, sin duda, el máximo exponente de esta belleza, y es que con sus 200 kilómetros de costa, las altas y verdes montañas que lo rodean, es un paraje único dónde explorar el turismo de naturaleza.

En poco más de 5.000 km2 Cantabria despliega un formidable abanico de paisajes y ambientes:

- Costas, jalonadas de acantilados y playas bañadas por un mar salvaje en invierno y cálido en verano.
Preciosas calas donde el contraste del verde y marrón de las montañas cántabras con el azul del mar es espectacular.

- Valles, siempre verdes, repletos de sorpresas, y los pasos de montaña que los comunican. Los del sur adentrándose ya en la España mesetaria.

- La cordillera, culminando en las torres de Picos de Europa como montañas emergidas del próximo océano que delimitan la España Verde.

Suances, a poco más de 30 kilómetros de Santander, era hasta hace pocos años una pequeña villa marinera. Su microclima permite disfrutar de una temperatura templada, e incluso soleada, cuando apenas a seis kilómetros las nubes acechan lluvia. Este regalo de los dioses hace que en época estival un gran número de visitantes se acerque a sus tres playas, acogiendo, además, a los vecinos de las poblaciones cercanas, lo que la convierte en uno de los destinos más apetecibles y crecientes de la costa cantábrica.

Suances formaba parte de la comarca del antiguo valle de la Marina. Su situación estratégica y las huellas romanas encontradas junto a la iglesia refuerzan su identificación para que los historiadores la identifiquen como el Portus Blendium romano. Fue la vía de penetración más importante de la costa cantábrica, famosa por su armada, y con un gran movimiento comercial.

Prueba de ello son las defensas costeras del Torco, del siglo XVII, situadas junto al faro de Suances y hoy en día rehabilitadas como sala de exposiciones y sede de la Universidad de Verano de Medio Ambiente. Los edificios más antiguos datan del siglo XVII, como la iglesia Nuestra Señora de las Lindes, situada en la parte alta del pueblo y, ya en Tagle, la iglesia de San Pedro y la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe.

Las playas comienzan en el campo de tiro, cerca del muelle. La riberuca y la ribera pertenecen a la ría de Suances, conocida como la ría de San Martín de la Arena. Allí desembocan los ríos Saja y Besaya, que llegan al mar formando un puerto natural entre los acantilados de la Punta del Dichoso y el Pico de la Barra. En este puerto atracan los barcos con el pescado fresco, que se venderá en subasta a primeras horas de la tarde.

La playa de la Concha descubre un gran arenal tan concurrido de día como de noche, cuando multitud de adolescentes se acercan hasta ella para tomar copas. En lo alto, la playa de Los Locos aparece entre acantilados y es el paraíso de los surfistas en las jornadas de oleaje embravecido. Tiene dos caminos de acceso: si la destreza no es lo suyo, no utilice el que está a los pies del castillo, y acuda a la bajada tradicional, perfectamente acondicionada. Al final de la carretera está situado el faro, aún en activo. Desde él se divisa a los pescadores en los salientes de la Punta del Dichoso, y numerosas calas golpeadas por aguas transparentes surgen a lo largo del paseo.

Nada más abandonar Los Locos encontramos el desvío que va hacia Tagle. Su playa, la del Sable, descongestiona, en los días más soleados, las de Suances. Está perfectamente señalizada y es de fácil acceso: una pista polvorienta, bordeada por prados con ganado y cosechas de temporada, conduce hasta la misma arena.

Antes de llegar a Ubiarco debemos parar en otra de las playas más atractivas de esta zona, la de Santa Justa. Se trata de una playa recoleta con una curiosa ermita horadada en la misma roca.

En la ensenada de Ubiarco destaca un hito geológico, un anticlinal. La erosión marina vació su interior de lodos y sedimentos y la peculiar cavidad terminó dando cobijo a una ermita semi-rupestre al borde del mar.

Se cuenta que fue lugar de peregrinación ya en época romana. Contiene las reliquias de las santas Justa y Rufina. El interior puede visitarse cada 19 de julio, día en el que se celebra una romería. La actual edificación debió ser levantada en el siglo XVI. Es en este momento cuando aparecen numerosas referencias documentales civiles y religiosas, bien por su posición en una ensenada, bien por la celebración de romerías. La obra no presenta decoración alguna, limitándose a dos paredes de mampostería ceñidas al anticlinal y un tejado a un agua. Al parecer, antes del siglo XVI la cavidad ya era empleada por ermitaños.
Es una de las estampas costeras emblemáticas de Cantabria, historia y naturaleza concentrándose en un lugar especial.

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Music by: Onyx
Song: Inner peace
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